lunes, 20 de diciembre de 2010

Por el marco de mi ventana

Siempre encuentro fortaleza en mis ratos de soledad, mientras observo por el marco de mi ventana hacia el espacio habitado por los árboles a medio morir, la maleza descuidada y el pasto amarillento que cubre el suelo, dejado a la mano de Dios, quemado por el paso de los días. Ese lugar ha sido una postal cotidiana de tardes soleadas. En esa dirección mi mente divaga por pensamientos profundos, digresiones ligeras y angustia vital.

S7303603

Un día como tantos otros, coloqué un cojín en el marco del ventanal y me apoyé mirando hacia fuera. Una vez allí, giré, alargué mi brazo hacia el escritorio, tomé Sunset Park de Paul Auster, miré un momento hacia el horizonte, respiré profundamente –quizás no del aire más limpio de todos pero, al menos, algo distinto–, bajé la mirada, y leí. Así me pasé un par de horas hasta que me di cuenta de lo siguiente: soy un amante del silencio. Sólo se oye el cantar de un zorzal, o el sonido del viento marchar a paso rápido, y eso me tranquiliza.

Lo que se ve por el marco de mi ventana yo le llamo el peladero, porque no es más que eso: un terreno pelado, desprovisto de vegetación. Pero no siempre fue así. Antes estaba poblado de árboles de troncos gruesos, uno al lado del otro, y juntos formaban una arboleda, que desde lejos se asemejaba a un bosque, pero nunca para tanto.

En invierno, producto del viento y la lluvia, algunos fueron cayendo, y otros que parecían no darse por vencidos, se transformaron en una amenaza, pues podían desplomarse sobre el techo de mi casa. Decidieron, entonces, echarlos abajo. Eso fue un despropósito. Lo digo ahora, después de pasado tanto tiempo, porque cada vez que miro por mi ventana S7303600intento imaginarme cómo se vería ahora cientos de árboles juntos cuya composición tiñera de verde el panorama que reflejan nuestros ojos. Sería increíble.

Dicen que ocuparán ese terreno para construir edificios de un nuevo proyecto inmobiliario. Espero que para ese momento yo no esté viviendo allí. Me quedo con la imagen de las tardes soleadas mirando hacia la ventana, buscando por largo rato que el viento se detenga, o que el tiempo se estanque de pronto –aunque más de alguna vez lo logré–, o qué se yo, quizá esperando nada.

3 comentarios:

SIL dijo...

Cada escritor suele tener su ventana real a la que le da una mirada cómplice, para transformarla en mucho más.
El tiempo se detiene cuando nuestra vista se detiene en los lugares mágicos.
El progreso puede jugarnos malas pasadas, pero jamás vencernos, cierto?

Un beso grande

SIL

s t b n ! dijo...

Completamente de acuerdo. Lo bueno es cambiar de ventanas, en algún momento, y no quedarse mirando siempre desde el mismo punto.
Gracias SIL.

Juan dijo...

linda ventana, lleva a las más profundas reflexiones... yo las acompañaría con un mate

saludos y felicidades, bienvenido al barrio!