viernes, 24 de diciembre de 2010

Me dio asco comprar un regalo

La verdad es que intenté comprar regalos en el Mall Plaza Vespucio, pero me dio asco. Sé que un viernes 24 no es el día indicado para ir a ver regalos. Estaba repleto de gente y era obvio que así fuera. Todos se paseaban con bolsas entre las manos y no había ningún local desocupado. Estaban desesperados, comprando a última hora, como si el mundo se fuera a acabar.

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Yo quería comprar unas cartulinas pequeñas de colores que venden en Village. Un guardia me dijo que Village cerró. Las tarjetas navideñas no me gustan porque aparecen mensajes estúpidos y no dejan ni siquiera un espacio decente para escribir algo con dedicación. En Media Naranja, un local del shopping más o menos parecido a la tienda anterior, sólo venden peluches y esas cartas prefabricadas. Pensé en ir a Lider. Llegué y estaba lleno. Había filas larguísimas en las que, como mínimo, se lograba pasar por caja tras casi una hora de espera. Y yo no estaba dispuesto a eso.

Llegué a la casa con las manos vacías. Tampoco tenía mucha plata, sólo diez lucas con las que pensaba comprarle algo a mi polola, Nicole. No encontré nada interesante que pudiera regalarle. No me interesa obsequiarle a nadie cualquier objeto sólo por obsequiárselo. Entiendo que esa no es la idea, aunque, en realidad, pocos se ponen a pensar en cuál es la idea de regalar: sólo regalan.

imageMi papá me preguntó si había comprado algún regalo. Yo le dije que fui al Mall Plaza Vespucio, pero que no compré nada. Quizá me equivoque, pero vi cómo se sorprendió por mis palabras y, luego, lo noté un poco afligido. Yo me quedé conforme con el intento de ir con diez lucas hasta el mall, de buscar un regalo que no encontré, quizá no en la mejor de las fechas –en la peor, en todo caso­–, y de mamarme un choque entre un micrero y un taxista, cuando venía de vuelta.

No sé quién habrá tenido la culpa, pero el taxista quería “cobrar parte” rompiéndole el vidrio delantero del bus. Quedó la escoba, la gente le gritaba que se fuera a hueviar a otro lado, que estaba loco, que cómo podía pensar en pegarle al vidrio sin prever las graves consecuencias que podría significar terminar con uno o varios pasajeros con un vidrio incrustado en el ojo y sangre esparcida por todos lados. image

Yo me quedaba callado y observaba como un simple espectador. En esos instantes pensaba que la mayoría de las señoras que le gritaban insultos al taxista serían las mismas que lo hubieran defendido si hubieran sido pasajeros de él. En fin, así es la vida. Así es la gente. Así es Navidad: Súper patético. Felicidades.

2 comentarios:

SIL dijo...

Yo te entiendo.
Pero hace como unos ...( diez?) años que renuncié.
Renuncié a cumplir las reglas de navidad.
Me quité una cien kilos de encima.
Me quedé con 53 ;)
Hago regalos extemporáneos.
Mis receptores se quedan mirando, como con doble sorpresa y yo los quedo mirando, como con doble satisfacción.
Si todos abdicaríamos ante el monstruo de Navidad, éste se diluiría como arena entre el viento.

Besos, Esteban ??

SIL

s t b n ! dijo...

Sí, ¡Esteban!
Yo creo que desde hoy para todas las festividades me limitaré a regalar una carta escrita con dedicación. jeje. Gracias por tus comentarios SIL, un abrazo.