Soy bastante escéptico frente a señales divinas o apocalípticas que algunas personas vislumbran tras estos episodios catastróficos. Es más, creo que sólo son motivos para amedrentar a la gente. Por mi parte, creo que en ciertas ocasiones las cosas pasan por algo, y esta es la ocasión.
Resulta paradójico pensar que éste iba a ser “el año del Bicentenario”. Quién supondría que el Planeta nos tenía preparada tremenda sorpresa para los 200 años de la independencia de Chile. Lamentablemente, esta fiesta quedará sepultada entre los escombros de un terremoto que azotó nuestro país con una fuerza desgarradora.
Aunque las cosas ya no serán igual de aquí en adelante -pues recibimos este año con la pena de nuestro compatriotas que lloran la muerte de sus seres queridos- soy un convencido que la historia la escriben los vencedores. Y esta vez no será la excepción.
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