Las anécdotas de mi querido perro veterano.

Martín se convertirá en una leyenda. A a sus 20 años de edad –96 en relación a la edad del ser humano– sigue felizmente moviendo su cola. Claro, está viejito… y sus piernas ya no resisten tanto. El otro día no se podía levantar, pero sacó fuerzas de flaqueza y por tercera vez nos hizo pasar un tremendo susto a mi y a toda mi familia.

La primera vez se hizo el enfermo. Era un día caluroso. Martín yacía en el suelo, acostado, con los ojos medio cerrados, su respiración era casi imperceptible y llegamos a pensar que eran sus últimos minutos de vida. Mi papá con algunas lágrimas en los ojos nos llamó para que lo fuéramos a ver. Allí estaba…rendido a la muerte, esperando su momento. Nos quedamos mirándolo, acariciándolo. Pero derrepente, y frente a nuestro ojos, Martín se levanto como si nada, se sacudió como quien da un bostezo, y partió a tomar agua. Nosotros, que no lo podíamos creer, nos echamos a reír. Después comprendimos que el calor lo tenía un poco fatigado.

Esa no fue la única ocasión en que ocurrió algo similar. Un día en la mañana Martín no quería salir de su casa. Lo llamábamos de todas las formas habidas y por haber, pero cuando intentaba caminar, se caía. Ni siquiera lo motivaba un sabrosa salchicha, ni un salame, ni un jamón acaramelado, que en condiciones normales sería capaz de correr por obtener un bocado. No quedo otra opción que partir con casa y todo hasta la veterinaria de la esquina. La doctora comenzó a revisar a Martín por cada una de sus extremidades hasta que llegó a su pata delantera derecha: Una de sus uñas se le enredó en su pelo, razón por la cual, cuando intentaba caminar, se caía. Nos largamos a reír, pues Martín nuevamente había hecho de las suyas y nos hizo pasar otro susto más. 

Hace un par de años Martín tiene artrosis producto de la vejez. Sus huesos están cada vez más débiles y no le permiten sostenerse de pie. Esta vez creímos que se trataría de otra de las bromas de Martín, pero no fue así… simplemente no se podía sus patas traseras. Partimos con mi hermano a la veterinaria de siempre y allí le recetaron algunos medicamentos. Bastante asustados, comenzamos a suministrarle los remedios que la doctora nos señaló. Afortunadamente, pasó tan sólo un día y Martín volvió a caminar, pero con algunas complicaciones. La tercera es la vencida, dicen por ahí. Este puede que sea otro gran susto que nos dio Martín. Sin embargo, estamos conscientes de ya está viejito, por lo tanto hay que estar preparado para cuando llegue su momento. Ahora sólo quiero que tenga un buen vivir, y para cuando llegue su día brindarle una muerte digna a quien me ha acompañado durante toda mi vida: Mi querido perro Martín.