El Gobierno pudo haber actuado mejor para este terremoto

Sé que la mayoría considera que no es el momento de empezar a criticar el manejo de una situación tan complicada como la actual. Pero creo que a través de las críticas constructivas se pueden sacar muy buenas conclusiones.

Es importante partir por lo primero: Chile es un país sísmico y pese a eso no existe una cultura cívica sobre cómo enfrentar este tipo de situaciones. Es cuestión de ver a la población sumida en la sinrazón y el descontrol al no saber qué hacer producto de su desinformación. 

Cada acción es improvisada y predomina la “sicología del terror”. Los saqueos que sucedieron un día después del terremoto -causados por una psicosis que adelantaba un desabastecimiento a nivel nacional que nunca existió-, y otros que repletaron los supermercados habilitados llenando sus carros de productos, es muestra de este  descontrol total.

¿Qué pasó con las telecomunicaciones?

Chile -se supone- es uno de los países con el mejor sistema de telecomunicaciones y la mayoría de sus ciudadanos tiene celular, sin embargo, bastó con poner a prueba el sistema para comprobar su ineficacia: Tras el terremoto hubo un apagón que “inundó” a todo Chile.

La comunicación colapsó de un momento a otro y duró por varios días, incluso hasta hoy se hace muy difícil tomar contacto con algunas localidades de la Región del Maule o del Bio Bio.

¿Cómo es posible que en un país de carácter sísmico no exista un sistema alternativo de comunicación para enfrentar este tipo de catástrofes?

Falta de coordinación de parte de las autoridades

Las Fuerzas Armadas de Chile se equivocaron al no dar alerta inmediata de un maremoto y lo reconocieron. De hecho la Presidenta Michelle Bachelet también lo admitió.

El ministro de Defensa, Francisco Vidal, culpó al Servicio Oceanográfico e Hidrográfico. Mientras que la directora de la ONEMI, Carmen Fernández, -a quien responsabilizaron también por la demora en la reacción para entregar ayuda-, aseguró que el organismo naval entrego información “tremendamente ambigua” y con “desfase”. Es decir, no hubo coordinación entre autoridades, pues ambas instituciones manejan “verdades" distintas.

Y no hay que olvidar las inoperancias. Las tres ramas de las Fuerzas Armadas –Marina, Ejercito y Fuerza Aérea- estaban listas para prestar ayuda una horas después de que ocurrió el terremoto. Pero la descoordinación al interior del Gobierno y el desconocimiento de la magnitud de la catástrofe hicieron que la Presidenta tomara la decisión de decretar el Estado de Catástrofe el domingo, recién pasadas las 15 horas, en medio de la duda por considerar que ese tipo de medidas recordaban la dictadura militar. O sea, además, no hubo liderazgo de parte de Michelle Bachelet por una razón muy simple: quien encabeza un país no tiene espacio para titubeos, menos en situaciones como éstas.

Edificios nuevos a punto de caer

¿Qué pasó con esos edificios de no más de de cinco años de vida? La mayoría quedaron destruidos. Y no solo en la Región Metropolitana, sino que también en Concepción  y otras regiones donde el sismo afectó con mucha más fuerza.

¿Cuál es el negocio? ¿Crear edificios de 25 pisos al menor costo posible para convertirlos en un nicho de muerte? ¿Cómo es posible que las constructoras con el afán de “hacer negocio” construyan departamentos de cartón a costa de la seguridad de cientos de personas? 

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En fin, la idea no es criticar por criticar, sino basarse en los hechos  concretos. Obviamente es imposible prever un desastre de esta índole. Pero de haber estado más preparado se habría actuado a tiempo y no hubieran quedado segundos para cometer errores.

La idea es que en una próxima oportunidad –porque es lógico que habrá una “próxima” vez– las constructoras hayan levantado edificios antisísmicos, las nuevas autoridades estén coordinadas en todos sus niveles, la ayuda llegue a tiempo, las telecomunicaciones no colapsen, el país esté descentralizado, y la comunidad aprenda de este episodio y no creen un “terremoto colectivo” como el visto durante estos días.