Olvídenlo, la farándula no es periodismo

Este es un tema que hace mucho tiempo lo tengo dando vueltas por mi cabeza y no lo puedo dejar pasar, así que iré directo al punto: Odio la farándula y nada ni nadie me hará cambiar de opinión. Tampoco me harán aceptarlo como un género periodístico más, por mucho que durante el último tiempo se haya instalado como tal.

El periodismo tiene como propósito cumplir el derecho de todo ser humano a informarse libremente; denunciar cualquier acto que vaya en desmedro de la ciudadanía, y contar la verdad, cueste lo que cueste. Cualquier periodista de  verdad concuerda con estas afirmaciones.

En cambio, los propósitos de la farándula no tienen otro motivo que fomentar el ocio y desviar la atención de la gente hacia problemas ajenos y ridículos -y muchas veces inventados- de personajes con pensamientos mediocres, que no aportan nada positivo a las nuevas generaciones.

La farándula se basa en el chisme, en la fuente débil, en el “parece que”, en el “se dice qué”. Por lo tanto, no cuenta ni con la seriedad ni con la rigurosidad que sí tiene el periodismo serio e informativo. El periodismo de verdad tiene un compromiso social mucho más profundo, pues no pretende entretener ni desviar la atención, sino alertar sobre la realidad en la cual estamos viviendo.

La farándula, también conocida como el periodismo del corazón o la prensa rosa, es el género periodístico –odio decirlo- que más portadas vende en nuestro país. De hecho, Las Ultimas Noticias es el diario más vendido en Chile.

Si bien se desconoce el origen exacto de la farándula en nuestro país, fueron LUN y La Cuarta los pioneros en el chisme. Posteriormente emergieron, especialmente en la década del 2000, decenas de programas de farándula. Algunos murieron en el camino, pero otros alcanzaron el éxito para nunca más dejarlo. Es el caso de programas como Sálvese Quién Pueda (SQP) y Primer Plano.

Es preocupante ver que en toda Europa la farándula se ha impuesto como una necesidad del hombre. Algunos ya hablan del “opio del  pueblo”, no sé si será tanto así. Mientras que  en nuestro país aparecen cautelosamente algunas señales que son imposibles pasar por alto.
A Primer Plano le ha ido tan bien ido que ya pasaron a estar dos días en la pantalla, los martes y los viernes. Con esto ya no me sorprendería ver en un futuro no muy lejano un noticiero de la copucha diaria, para actualizar del acontecer farandulero a toda la gente que asegura no ver ese tipo de programas, pero que en su intimidad no se despega de la pantalla hasta dar hastío a su morbosidad pecaminosa.