jueves, 23 de septiembre de 2010

Periodismo: vocación, dignidad y lucha

Puedo asegurar que la mayoría de los periodistas chilenos, o al menos los que dicen serlo, desconocen que hace cerca de un mes se eligió al nuevo presidente del Colegio de Periodistas de Chile. Se los presento, se llama Marcelo Castillo Sibilla.

imageUn amigo mío que se está abriendo paso en la música tuvo el agrado de cantar  junto al trovador chileno, Rodrigo Peralta, en un café llamado Crónica Digital, que está ubicado allá en el Barrio Brasil. Debo decir que aquel lugar lo encontré muy agradable y que me quedé con las ganas de visitarlo de nuevo. Recuerdo que justo ese día estuvo presente el que era en ese momento candidato –y ahora presidente- del Colegio de Periodistas.

Tras ser presentado por el animador del local, Marcelo Castillo, de manera espontánea, concedió unas palabras a todos los que estaban allí presentes. Marcelo se levantó de su silla, carraspeó su voz, esperó unos segundos y frente al público dijo algo que yo consideré muy cierto: que el Colegio de Periodistas es una institución que no existe para los grandes medios de comunicación, lo que por cierto genera preocupación, pues nada se sabe –ni los mismos periodistas- de lo que hace o dice el gremio.

La única ‘gran obra’ del Colegio de Periodistas de la que tengo recuerdos claros fue la famosa campaña “No seas un periodista frustrado”, cuando la entidad estaba encabezado por el periodista imageLuis Conejeros, el año 2006. Aquello fue una verdadera vergüenza para la labor periodística. En síntesis, la maniobra comunicacional no produjo los efectos esperados, no significó un verdadero aporte a la calidad ni al mejoramiento del periodismo chileno, y como efecto inverso convirtió a varios periodistas que no lo eran, en uno frustrado. Un desastre.

Pero ahora el presidente electo dice que esto va a cambiar. Que ahora el gremio se preocupará de la gran cantidad de despidos y de las miserables condiciones laborales en las que se desempeñan miles de periodistas que trabajan sin contrato, con extensas horas extras y no remuneradas, sin seguros de ningún tipo, con una presión fuertísima de parte de los mandamases por sacar al aire el notición sin ningún rigor ético, y bajo la constante amenaza de ser despedidos, la mayoría de las veces, injustificadamente. Amen, digo yo (que así sea).

Resulta paradójico pensar que una de las labores más importantes del último  tiempo sea cada vez más subvalorada. Más sorprendente aún es que seamos nosotros mismos –los periodistas- los principales respimageonsables de eso. Digo esto por dos cosas. Primero, porque existen cientos, por no decir miles de periodistas que están dispuestos a trabajar por el dinero que sea y bajo las condiciones que sea, y de ahí que a los propietarios les de igual echar a uno o varios periodistas cuando saben que hay otros miles que esperan una vacante. Y segundo, porque existen tantos periodistas sin vocación que, a modo de ejemplo, de cien, diez valen la pena. Y no exagero. Los otros 90 se encargan de menoscabar nuestro trabajo.

Quienes quieran saber más acerca de Marcelo Castillo, les dejo la noticia:
http://www.emol.com/noticias/nacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=433502

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