lunes, 5 de julio de 2010

Con el joystick bajo el brazo

El año 1995, cuando yo tenía sólo cinco años, llegó a mis manos el anhelado Súper Nintendo: la consola más solicitada en ese entonces por todos los amantes de los videojuegos que partieron ingenuamente con los famosos flippers, siguieron con el Atari, y que lejos de quedarse ahí, se vieron absortos en una loca carrera por estar a la vanguardia de las últimas tendencias del divertimento electrónico.

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Pedro, mi hermano, tenía ocho años cuando participó en un sorteo patrocinado por  Coca-Cola en el que regalaban varias consolas de Super Nintendo completamente nuevas. Eran millones de concursantes en todo el país, pero sólo algunos los afortunados que se llevaron el premio. Pedro fue uno de ellos, y yo estaba feliz.

Fuimos a buscar la consola a un centro de canje junto a mi padre y mi hermano. No recuerdo precisamente dónde, sólo que estaba repleto de gente y que todos querían retirar su premio. Esa fue la época dorada de Nintendo.

 imageDesde que volvimos a mi casa con la consola, nos transformamos en un par de fanáticos que pasábamos horas frente a la pantalla, sin parar, sumergidos en una realidad paralela de la que escapábamos para jugar un partido de fútbol con los vecinos, y sólo de vez en cuando.

Con el paso del tiempo esta afición se apaciguó. Me quedé con las aventuras de los juegos de rol o RPG que –debo reconocer –desarrollaron bastante mi imaginación; el manejo de un inglés avanzado para la corta edad que tenía, y memorias increíbles de videojuegos que hasta el día de hoy me provocan nostalgia de tan sólo recordarlos.

Pero también reconozco ciertos aspectos de esta afición que limitaron mi desarrollo personal y que, por cierto, fue tiempo que podría haber aprovechado en otras actividades. Es que encerrarse en un mundo virtual nunca es bueno y tarde o temprano termina por confundirse con el mundo real.

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Ahora más que nunca habría que hacer un llamado de atención, sobre todos a los más jóvenes, pues son ellos los que parecen vivir en otra dimensión, muy lejos de la realidad. Claro, interconectados a numerosas plataformas virtuales y globalizadas, pero completamente desconectados del mundo que los rodea.

Como dice el escritor y periodista polaco, Ryszard Kapuściński, vivimos en tiempos paradójicos. image

1 comentario:

Unknown dijo...

yo tuve los tres primeros de la foto y nunca fui taaan fanatica, pero del nintendo siii sobretodo el juego de pato duck que se disparaba con una pistola ... jaja que antiguooo!