lunes, 24 de enero de 2011

Una página en blanco

Hace varios días que vengo pensando en qué puedo escribir. Tengo algunas ideas a medias que quedaron a medio escribir por un repentino... no sé. Cuesta explicar cómo se maneja el proceso que lleva a la creación, si es que se maneja. Y de cualquier creación, hasta de la que aparentemente no requiere de mayor esfuerzo. Cuesta incluso escribir estas líneas.

image

Las ideas llegan como a veces se van, sin previo aviso. Pero no me urge. Espero tranquilo a que aparezcan, espontáneas, brillantes, hermosas, opacas también. A veces se dan prisa, a veces no. Unas requieren más tiempo de reflexión, otras menos. Me acuerdo que una vez las apuré demasiado y no me hicieron caso… y nada me resultó. Otra vez les pedí que se detuvieran porque iban muy rápido y tampoco me hicieron caso; se atropellaron, colapsaron. Tampoco me resultó.

Ahora es distinto. Terminé escribiendo de aquello que no me permitía escribir. Me imagino que fue una solución ingeniosa para una persona que no escribe a contrato ni necesita cumplir con seguidores (fans) exigentes (si es que tiene). Eso sí, por un momento me pregunté por qué… ¿Por qué a veces las ideas se esconden? Están ahí, estoy seguro, pero no juegan. Están ahí, sin fuerza, como palabras que se incomodan entre sí, que se desagradan y no se toman de la mano. Están ahí, chocan y compiten por cuál germinará primero.

imageCuando ya no hay caso y uno tiene varias ideas en mente después de haber leído varios libros y otras cuantas películas, que son historias distintas, con hechos distintos, paisajes distintos, ambientes distintos, personajes distintos, autores distintos, y todo eso por mucho tiempo, uno sabe que tiene que dejar que las ideas fluyan y aparezcan de repente, así como otras veces uno se impresiona cuando un momento se transforma en una historia perfecta que merece ser contada. Así como esta idea que me dio para escribir cuatro párrafos porque me vino de pronto, cuando advertía que no lograría escribir nada por lo menos de aquí a dos semanas, y porque me pareció interesante contarlo.

1 comentario:

SIL dijo...

Sufro ese sindrome. Pero lo sufro en serio...
Es patológico en mí.
No se trata de quién te lee, sino de uno mismo que siente que no da frutos.

Tengo un amigo que dice que las musas son como las minas, cuando les dejar de dar bola, vuelven.

No es muy poético, pero es tan sabio !!!!!!!!!!!

Un placer leer tu texto.
Un abrazo transoceánico

SIL