lunes, 1 de noviembre de 2010

Feria Internacional del Libro: Una inauguración a la fuerza

Los más normal que puede ocurrir cuando uno viene de visitar una feria del libro, y no cualquiera, sino la Feria Internacional del Libro, sería comentarle a sus más cercanos cuáles títulos le llamaron más la atención, cuántos se compró, cómo estaban los precios, etcétera. Digo que así, al menos, debiera ser. Porque lo extraño sería llegar contando que quedó la escoba, que dos tipos dejaron el despelote, y que carabineros ayudó a transformar la escena en un verdadero escándalo, haciendo honor al lema del escudo nacional: “Por la razón o la fuerza”.

imageAlgunos dicen que todo comenzó en el momento en que dos sujetos abuchearon al Presidente Sebastián Piñera cuando llegó hasta el Centro Cultural Estación Mapocho, lugar en que se celebran los 30 años del evento literario. Las miradas estaban atentas a cada uno de los pasos del mandatario, más que nada para ser espectadores de cualquier chascarro de esos que nuestro Jefe de Estado nos tiene acostumbrados, que de apreciar lo que cualquier persona apreciaría al ver al Presidente de su país.

Carabineros se enteró –quién sabe cómo– que unas personas emitían chiflidos a la figura del hombre que se supone más importante de Chile, e hicieron ingreso al recinto cultural. Identificaron a los responsables de “tan terrible acto”, y como vivimos en un país “digno de llevar y ostentar el emblema de la democracia y la libertad de expresión”, le solicitaron a los hombres a fuerza de empujones que se retiraran del lugar.

Lo cultural, lo educativo, lo formativo y todos esos adjetivos que debieran ser sinónimo de la Feria Internacional del Libro, se fueron a las pailas. Carabineros de Chile no aceptó que los homimagebres que decían ser escritores armaran un escándalo y pensaron, dentro de los límites claros que caracterizan a este tipo de personas, que la única forma de sacarlos del lugar era a punta de tirones.

Así se los llevaron, en medio de los gritos que aclamaban por más democracia. Otros que llamaban en vano a los medios de comunicación, “para que vean que ésta es la manera de actuar de carabineros”; y las víctimas, por otro lado, que pataleaban y lanzaban esas frases hechas, típicas de quien busca armar un show a propósito. “¡¡¡Libertad de expresión!!!”, gritaban y gritaban, mientras los arrastraban a duras penas por un largo pasillo que llegaba hasta la puerta principal.

Éstas se abrieron y sólo dejaron salir a los dos hombres, que seguían tirados en el suelo, acompañados de los cuatro carabineros. Se cerraron las puertas y el público quedó pegado a la ventana mirando cómo los uniformados, en un “acto ejemplar”, “digno de seguir”, pateaban en el suelo a los dos hombres que pedían por favor que se detuvieran.

imageDespués de todo esto, me quedé con la terrible sensación de creer que vivo en un país que enfrenta a patadas en la guata a quienes manifiestan su rechazo a las autoridades. Pero luego me contaron que el verdadero motivo de todo el alboroto se debió exclusivamente a que los tipos que ingresaron al recinto no tenían sus respectivas invitaciones, lo que por cierto, para mí, fue aún peor, porque ahora me imagino lo que me podría ocurrir si en algún momento me dan ganas de colarme por algún lado y me niego a retirarme ante la petición de carabineros. Si es por la razón o la fuerza, prefiero la razón.

No hay comentarios: