sábado, 2 de mayo de 2009

“Lo que cambia no son los intereses, lo que cambia es la actitud”

Después de una discusión sobre política me quedé pensando.

No hay nada peor que ser indiferente ante la política, es tan patético como poner las manos al fuego por una coalición. Cada ser humano o institución, por naturaleza, va en busca de intereses propios y los políticos no son la excepción. Debieran saberlo.

La clase política está cada vez más estigmatizada. Son todos corruptos, todos truchos o mentirosos. Y, en cierta medida, es verdad. No pretendo generalizar, porque siempre hay excepciones, pero puedo asegurar que detrás de cada discurso hay espacio para otros pensamientos, otros propósitos, otras intenciones, si quiere llamarle así. Y en esos, muchas veces, no contamos los ciudadanos.

Nosotros sólo votamos. Cumplimos el sueño de un magnate. Somos la inspiración para crear un discurso lindo y bien intencionado. Nos crean expectativas de un mundo mejor y nos prometen todo eso para nosotros solos… ¿qué bonito no?

Si tuviese la oportunidad de escoger entre vista rayos ‘X’, volar, o leer la mente, me quedaría con la última luego de desechar la segunda. Cualquier orador experimentado que intentara convencerme no tendría posibilidad alguna. Me adelantaría a sus respuestas, lo dejaría en ‘Jaque mate’. Estaría perdido. Y, por supuesto, comprendería la intención de su discurso. Seguro me llevaría grandes sorpresas.

El que tenga ojos que vea

Lo admito, tengo un malintencionado propósito de probar cuán capaces es la oposición de gobernar este país, aunque pierda en el intento. Total, qué tanto podemos perder si las cosas ahora no están de lo mejor que digamos.

Siempre he sido de la misma idea. Cuando una persona critica a otra por su desempeño en el trabajo hay que desafiar al acusador y ponerlo a prueba, a ver cómo le va. Ese es el riesgo. Pero si le va bien, lo felicito. Como cuando le llevaba buenas notas a mi mamá y, secamente, me decía “es tu obligación”.

La oposición se derrite en críticas y discursos demagógicos. Dicen que ellos serán el cambio. Pero no les creo y tampoco les tengo fe. Para qué hablar de la Concertación.

Frei ya estuvo en el poder, por qué tendría que creerle. Si se desordena el pelo, se baja los pantalones, escucha reggaetón o se fuma unos pitos, me da lo mismo, ya fue. Piñera es el cambio. No lo digo yo, lo dicen los medios, lo dice la gente, lo dice él. Claro, cambios pueden haber, el dilema es si van ser para bien o para mal.

Es lo que le falta al país, dicen en la Alianza. Ponen las manos al fuego por su candidato. Pero lo quieran o no, se les cae la baba, y en sus caras denota el deseo impaciente de llegar a La Moneda. Se les nota y me da asco.

En la Concerta temen perder el poder, están montados en pánico y los devora el cansancio. Me producen repugnancia. Temen que Piñera los destrone y termine con el sueño de casi dos décadas de gobierno.

Si de algo están convencidos es que cualquier cambio será negativo. Que el país colapsará de injusticias (¡¿más?!), que la brecha entre pobres y ricos crecerá aún más (¡¿más?!), que las industrias y el capitalismo abrazaran nuestro país con mucha fuerza… hasta reventarlo.

¿Como evolucionan las cosas, si no son con cambios?

Me pregunto: ¿Si los cambios, con la derecha al poder, son positivos? Ya sé que dirían. Que soy ingenuo, porque todos saben de lo que es capaz de hacer la derecha en nuestro país, y me recuerdan el 73. “De eso es capaz”, me dicen. Pero encuentro patético vivir amarrado al pasado, y no se trata de mirar amnésico el futuro. La historia siempre estará presente para rendirle culto, pero no como recurso ni menos como discurso político. Eso ya es demasiado añejo.

“No puedes esperar a que las cosas pasen para recién tomar cartas en el asunto”, me dijeron en tal oportunidad.

Si voto por Frei, que ya fue presidente, y la Concertación continúa en el poder, pintarrajeada como la micros del Transantiago falseando un cambio que no existe, las cosas van a seguir igual. Y para ser más sincero, ya me tienen aburrido. Dos décadas en el poder son suficientes para mejorar algunos problemas esenciales. Pero sabemos bien lo miserable que es la educación y la salud pública en nuestro país. No necesitamos más pruebas para entender que las cosas no andan bien.

Y hay algo peor, las políticas no son muy distintas. Es cuestión de revisar las propuestas de Frei y Piñera y ver que las diferencias no son flagrantes. Frei es ‘menos inversión más Estado’, como siempre dice -y hasta por ahí no más-. Piñera es lo contrario. Pero el problema es que no lo dice.

Pongamos a prueba a Don Piñi, como le llamó Lemebel en una carta que le escribió. Si les va mal, qué bonito sería romperle el tímpano a gritos y humillarlo. Si les va bien, que bueno, me alegro… y el palo en la cabeza para la oposición será inevitable.

Para bien o para mal, el país necesita cambios. ¿Como evolucionan las cosas si no son con cambios? De ningún otro modo puede crecer un país.

Todos actúan motivados por intereses propios

Cualquier persona suficientemente inteligente, y que me haya leído, comprenderá que no soy de derecha ni tampoco de izquierda. Quizá soy patético, como dije al principio, totalmente indiferente ante partidos políticos, pues ninguno me representa.

No entiendo a quienes ponen las manos al fuego por un partido político. Debieran saber que todos actúan motivados por intereses propios, por un incentivo que los moviliza. Y por qué no decirlo, hasta nosotros lo hacemos. Distinto sería si a través de la satisfacción de intereses propios se beneficiara a la población; pero en desmedro de otros, no se justifica. Lamentablemente, la última alternativa está más cerca de la realidad. ¿Porqué la felicidad de muchos depende de la desgracia de otros?

Prefiero mirar la teleserie, la política faranduleada, el cahuineo político. Criticar como se me antoje, sin presiones ni ataduras políticas, sin realizar comentarios tendenciosos.

Un día alguien con experiencia me dijo que los más poderosos siempre van a tener la última palabra, y su sentencia irá en dirección a sus objetivos. En otras palabras, quien tenga sus metas claras nunca cambiará sus intenciones. Sólo cambiará su actitud, si es necesario, para ser el primero en llegar.

1 comentario:

mafees dijo...

Esteban, concuerdo contigo. Debe haber un cambio. Me da pánico, pero es algo que tiene que ocurrir. Me da ilusión Marco, creo que si logra inscribirse votaría por él. Claro que... será cierto su discurso? No lo sé... Por lo menos tendrá una mirada política más fresca, digo yo. Y sobre los súper poderes yo me quedo con leer la mente ¿de quién? Es una respuesta complicada, imagina las cochinadas con las que te encontrarías uy! Ya, entonces quedamos así: 1 voto para Marco y con un súper poder mental.