miércoles, 2 de junio de 2010

El celibato: Una cuestión sin fundamento

A propósito de la controversia generada por las denuncias interpuestas en contra de los sacerdotes que abusaban sexualmente de sus feligreses, y porque no puedo pasar por alto el tema, quiero aprovechar el momento –antes de que quede fuera de la Agenda Setting –para advertir que la ley del celibato obligatorio es una cuestión absurda, injusta y sin fundamentos religiosos.

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Lo anterior no es por una tincada ni mucho menos para lanzar una acusación al  boleo. El celibato comenzó como una opción meramente personal para acercarse a Dios, que sólo seguían algunos sacerdotes dispuestos a enfrentar un desafío que por cierto significaba un gran sacrificio mental y espiritual. Pero con el paso del tiempo la Iglesia tergiversó esta idea y pasó a considerarla como un derecho divino y, por tanto, obligatorio. Allí comenzó el problema.

Los estudiosos son muy claros al señalar que no existe la menor base evangélica para imponer el celibato obligatorio al clero. Los mismos sacerdotes, principales afectados por esta ley abusiva e injusta, admiten que la Iglesia no tiene una respuesta concreta y fundamentada para explicar su obligatoriedad.

El Clero, como siempre ha ocurrido, ha interpretado la Biblia a su manera, de acuerdo sus propios intereses y imagebeneficios. Con la ley del celibato no fue la excepción. Pepe Rodriguez en su libro “La vida sexual del Clero” dice que en los versículos 19, 10 del Evangelio de San Mateo, precisamente en la frase que Jesús afirma que “no todos pueden con eso” y “el que pueda con eso que lo haga”, se refiere al matrimonio y no al celibato como da a entender la Iglesia Católica. La pretendida exaltación del celibato se debe a una interpretación errónea originada por una traducción incorrecta del texto griego al escribir su versión latina.

Los Concilios, aquellas juntas entre obispos y eclesiásticos para decidir sobre las materias de dogmas y disciplina, aumentaron en su afán por hacer del celibato una obligatoriedad, pero sin lograr que buena parte del clero dejase de tener concubinas. No fue hasta el Concilio de Letrán, el año 1123, cuando el Papa Calixto II condenó la vida en pareja de los sacerdotes e impuso el celibato obligatorio. Posteriormente, en el Concilio de Trento (1545-1563) el Papa Paulo III prohibió explícitamente que la Iglesia pudiese ordenar a varones casados. Y hasta el día de hoy esta regla se ha mantenido.

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Así mismo, de forma lenta y cuidadosa, la Iglesia cambió la procedencia “divina” de sus instituciones organizativas, como el episcopado, el presbiterado y el diaconado, a una “mera cuestión estructural que devino costumbre”.

La Iglesia Católica ha cometido varias interpretaciones erróneas del Evangelio. Como quedará expuesto en un próximo relato, el Clero ha “caído” en dichos errores no específicamente por la ignorancia y la casualidad, sino más bien por la malicia y el cinismo. La ley del celibato obligatorio es una herramienta más que la Iglesia ha utilizado para asegurar su poder económico y el control al interior de la jerarquía eclesiástica.

*Pepe Rodríguez, “La vida sexual del Clero”: De cómo la Iglesia Católica malinterpretó de forma interesada el Nuevo Testamento para poder imponer su voluntad absoluta sobre el pueblo y el clero. p.53.

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