viernes, 8 de enero de 2010

Mendigando una solución a la sobrepoblación de perros

Esto es a título personal, pero les aseguro que les incumbe a todos. Cuando salgo de mi casa veo todos los días a cinco perros apostados en la vereda, excremento por doquier, y en unas cuantas cuadras más un quiltro abandonado que me muerde los talones. El problema es que me encuentro lo mismo a la vuelta de la esquina, en la casa de mis amigos, en el centro de Santiago, y en todos lados. Pero esto tiene su explicación.

                                    perro                                                                                    De acuerdo a los datos recogidos por el Senado, de los 3 millones y medio de perros en Santiago, 250 mil sobreviven abandonados en las calles. Y la mitad, tienen dueño. Pongamos un ejemplo que permita comprender mejor el problema. 

En un año, 14 cachorros con un celo cada seis meses se traducirían, al año siguiente, en 98 cachorros con dos celos por año. Al tercero llevaríamos 686 cachorros. Al cuarto, 4 mil 802 cachorros. Y al quinto año, 28 mil 812. ¿Encontrarán todos buenos hogares? Esa es la pregunta del millón.

Algunos políticos apelan a la eutanasia. Grupos pro animales apuestan por la esterilización, y expertos prefieren un proyecto de concientización sobre la tenencia responsable de los animales. ¿Quién tiene la solución, entonces, de un problema que nos afecta, directa o indirectamente, a todos nosotros? Escojamos una o todas las opciones, pero ahora.

Si aplicamos eutanasia violamos, en primer lugar, la ley 20.830 sobre Protección animal. Por lo tanto, entramos en plena contradicción con la legislación vigente. No se entiende que teniendo una ley que vela por el derecho de la vida de los perros apliquemos eutanasia sólo para acabar con un problema que nos afecta a nosotros, los seres humanos. Caemos, nuevamente, en ese egoísmo altanero que nos caracteriza.

En segundo lugar. La eutanasia no permitiría terminar con el problema de fondo. Según el ejemplo anterior, se entiende que por cada animal que muere, nacen el doble, el triple, y vamos contando.

Ahora, si votamos por la esterilización como la alternativa más prudente, puede que estemos un poco más cerca de la solución. Pero existe un problema que soslaya cualquier consideración emocional o sentimental: el dinero.

A través del proyecto de Ley de Tenencia Responsable de Animales y Bienestar Animal, el Ministerio de Hacienda invertiría seis mil 500 millones de pesos en un plan de control de perros vagos que incluye la esterilización. Pero ya vimos cómo algunas autoridades políticas y pro animales –Guido Guirardi y Patricia Cosas, respectivamente– señalaron que, como mínimo, se necesitan 10 mil millones de pesos para aplicar el plan masivo. Dinero que, lamentablemente, no existe.

Siguiendo esta lógica, quedan dos cosas para pensar. Que el Gobierno sólo tiene disposición para gastar perrosrecursos en un plan que financia una matanza animal –porque en eso se traduciría la eutanasia, considerando la numerosa cantidad de perros vagabundos– o simplemente que quiere deshacerse rápidamente del problema.

No se explica de otra forma que el Ministerio de Salud no se haya pronunciado sobre un tema que afecta a todo el país y delegue funciones a las municipalidades para que se encarguen de un asunto que lejos de solucionarse está por comenzar.

¿O creen acaso que con los famosos chips detecta dueños –esos que están disponibles en Vitacura y Las Condes– terminarán por resolver el problema? ¿Qué pasará entonces con las poblaciones de nuestro país? Como la mal ponderada comuna de La Victoria que tiene una de las cifras más altas de sobrepoblación animal… ¿Qué pasará? ¿Lo mismo de siempre? Juzguen ustedes.

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