domingo, 5 de septiembre de 2010

Jonás Schneider: Los dobleces de una vida que baile en el Hospital del Barros Luco (Parte IV)

La otra faceta de un showman

imageRomina tomó un avión en dirección a Chile apenas se enteró del estado de su hermano Jonás. Llama la atención el acento de su voz, bien marcado, pronunciado y a veces saltadito. Estudia en Suiza, hace un par de años. Ahora permanece en casa de sus padres, mientras su hermano se recupera.

Parece acongojada. Su padre, Mario Schneider, visita todos los días a su hijo y a la misma hora, después del trabajo, pero todavía no aparece. Él es la persona que más conoce a Jonás, pues lo apoyó y aconsejó en cada una de sus decisiones profesionales. Romina desaprueba el rol mediático de su hermano, en cambio, Mario fue quien lo impulsó a trabajar duro como el doble de Chayanne, y en gran medida los logros de él fueron gracias a su apoyo incondicional.

El año 2006, Romina se enteró del nuevo hobby de su hermano: Pintar. Esa noticia le provocó una inmensa felicidad. Creía que este nuevo camino que había empezado significaba el fin del otro, el del doble, que a su parecer ya estaba desgastado. Le parecía que su hermano tenía talento de sobra y de a poco llegó a la conclusión de que la pintura era su verdadera pasión.

Jonás llegó hasta el Palacio de la Alhambra, ubicado entre las calles de Amunátegui y Morandé, en pleno centro de Santiago. Consciente que después de cierta edad ya no podría realizar sus actuaciones como el doble de Chayanne, decidió abrir sus fronteras artísticas y sumergirse en el mundo de la pintura, actividad en la que, por cierto, también se destacó.

Entre pinceles, agua, colores y contrastes intensos, Jonás trabajó por mucho tiempo y le costó esfuerzo lograr el efecto de la delicada acuarela. Cada uno de sus cuadros luce colores fuertes e intensos, que sin embargo no dejan de lado esa delicadeza que solamente quien la escurre sabe lo que cuesta y lo que vale a los ojos.

image
Para el profesor del taller de pintura, Raúl Herrera, Jonás lograba crear algo distinto a la repetición mecánica del resto. “Solía hacer notar la fuerza de su pintura, la misma con la que ahora lucha por salir adelante”, dice, pensativo, mientras recuerda a uno de los que considera sus mejores talleristas.

Para muchas personas, Jonás no fue el doble de Chayanne, sino un verdadero aprendiz de pintor. Junto a Raúl descubrió lo que dormía inconscientemente en lo más profundo de su ser. Los demás sólo veían pasos de baile. Pero demostró ser eso y mucho más.

En diciembre de 2007 obtuvo el primer lugar en un concurso de pintura en óleo en la Sociedad Nacional de Bellas Artes que le significó más de alguna crítica de parte de sus compañeros. El perfil de figura pública no encajaba con el de un artista de la pintura, pero Jonás salió al paso de las críticas, las que no le quitaron mérito a su trabajo sino, al contrario, le sumaron admiración y respeto por su gran esfuerzo y constancia.

Todo lo bueno llegó a su fin, cuando Jonás sintió algunas molestias en el oído que con el tiempo se agravaron, hasta que tuvieron que parar en el hospital. Sus compañeros y su profesor de pintura lo visitan seguido y anhelan que Jonás, en algún rincón de su mente, continúe viviendo en ese mundo de colores que, como dice su profesor, a todos nos hace muy bien vivir.

No hay comentarios: